ACERCA DE «RADIORELOJ»

El tiempo y los forenses de la poesía.

Por Julián Axat

La Gallega ha escrito Radioleloj (Vuelo de Quimera, 2024) y reactualiza su búsqueda poética. Aun la recuerdo hace exactamente 10 años cuando juntos pensamos cada poema de su “entre dos Orillas”, que fuera editado ese año bajo el sello LDS de Libros de la Talita dorada. Entonces trazaba sus primeros versos, su arte poética estaba todo por delante. Aun no sabía hacia dónde la llevaría ese sueño. Hoy María Ester Alonso  Morales lleva varios libros en su haber, entre antologías y recitados, podríamos señalar que se ha constituido como una poeta trashumante entre Alemania y Argentina: sus búsquedas han sido la identidad, el exilio, la lengua madre y la adoptada, la memoria del desarraigo familiar y poético, pero también las injusticias, la violencia, la recuperación de los tiempos. Escribí no hace mucho sobre su “Expedientito” en el medio El Cohete a la Luna y conté allí sobre ese maravilloso experimento que cruza justicia e identidad, pero que monta un artificio para suplantar el expediente formal, por uno mucho mejor, que es el propio, la voz de la poeta, cuya justicia vale mucho más que la de un código penal. La gallega siempre es original, experimenta registros y modos temáticos. Se aburre en el mismo lugar, sale a buscar nuevas ideas, cada libro que publica lleva a un tema especial. Podría decir, que esa avidez, esa búsqueda la hace una detective salvaje.

Radioeloj, es un libro sobre el tiempo, sobre los pasos del tiempo. Pero también un libro sobre los talismanes que dejan los fantasmas a través del tiempo, para el registro de los vivos.

El tiempo

Desde los griegos hay un tiempo lineal y otro circular. El tiempo de Parménides y el de Heráclito. El tiempo de Hegel y el de Nietzsche.  Las Madres de Plaza de mayo nos han enseñado una forma del tiempo. La pirámide de Mayo y la ronda de los jueves, contraria a las agujas del reloj, exhiben “el eterno retorno de la memoria”, todo vuelve o se repite. La memoria es un reloj maltrecho y la resistencia por recuperarla.

Repasemos la imagen con Milan Kundera, es su ya clásico La insoportable Levedad del Ser: «Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht). Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad. ¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?»

Dice Nietche en la Gaya ciencia:

“¿Qué ocurriría si día y noche te persiguiese un demonio en la más solitaria de las soledades, diciéndote: “Esta vida, tal como al presente la vives, tal como la has vivido, tendrás que vivirla otra vez y otras innumerables veces, y en ella nada habrá de nuevo; al contrario, cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro, lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño de tu vida, se reproducirán para ti, por el mismo orden y en la misma sucesión; también aquella araña y aquel rayo de luna, también este instante, también yo. El eterno reloj de arena de la existencia será vuelto de nuevo y con él tú, polvo del polvo”? ¿No te arrojarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablaba? ¿o habrás vivido el prodigioso instante en que podrías contestarle: “¡Eres un dios! ¡Jamás oí lenguaje más divino!” Si este pensamiento arraigase en ti, tal como eres, tal vez te transformaría, pero acaso te aniquilara: la pregunta “¿quieres que esto se repita una e innumerables veces?” ¡Pesaría con formidable peso sobre tus actos, en todo y por todo! ¡Cuánto necesitarías amar entonces la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa que esta suprema y eterna confirmación!

Radioreloj es una respuesta a estas cuestiones filosóficas desde la poesía de la memoria.

Un reloj hallado en una fosa común, detenido en el instante del fusilamiento que marca el tiempo pasado, pero que se actualiza con su rescate o exhumación. ¿No se trata de una paradoja del tiempo? ¿Cuál es el tiempo de los desaparecidos, por el hecho de no estar muertos ni vivos? El limbo funciona en el eterno retorno. En el reloj de las Madres. En el peso de Kundera. En el formidable peso de Nietzsche.

¿Cuántas veces los Hijos de desaparecidos soñamos con dar con la máquina del tiempo que nos lleve momentos antes a la escena de la desaparición de nuestros padres, para decirles que se vayan? Todos escribimos sobre eso. Cada vez más veo poemas y cuentos escritos con esa fábula a lo Michael Fox en volver al futuro. Pues la paradoja del tiempo, es ese ciclo encerrado en algún lugar de nuestras vidas. Aún siguen vivos y hay que buscarlos. Perdidos en el tiempo: Lost un time.

00: 03: Estar aquí/como flotando/en un sueño/regreso al pasado/la vida sin mí/en una tarde preciosa de sol/mientras/me voy

¿Qué hora son mi corazón? Dice Manu Chao

Dice María Esther:

00:57: Tic tac/tic tac/ estas agendada en mi tablita de Excel/usted tambie´n/la captura de pantalla/te la debo/tic tac/tic tac/ radio reloj.

El tiempo se actualiza en un presente perpetuo, que no es lineal, sino que va y viene, a partir de la presencia de los objetos o rastros del pasado que se topan con la poeta o fragmentos de algo que asocia a su identidad y que los sale a buscar: es decir objetos que le cuesta buscar y hay que hallar detectivamente. Y otros que aparecen por una lógica oculta de las cosas, traídos por el tiempo, rastros de un naufragio de la memoria circular.

Los forenses de la poesía

Aquí además del tiempo, aparece en el libro el lugar del exhumador de la fosa común. La fosa común repleta de cadáveres dejados por un genocidio, y que el poeta recolector de huesos poemas busca para desenterrar ponerles nombre. Sabemos que el EAF ha desenterrado muchos NN en la argentina, hasta poetas (Miguel Ángel Bustos exhumado en el cementerio de Avellaneda). España está repleta de fosas comunes dejadas por el Franquismo. Tengo amigos catalanes y Vascos que me dice: tú vas a un campo, metes la pala y salen cuerpos fusilados. ¿Pues dónde estás García Lorca enterrado que toda España aún te quiere encontrar?

El reloj es un rastro del tiempo en una fosa común que  a la vez da un tiempo que se ha detenido. Esa es una profunda paradoja. Los talismanes de la memoria necesitan de poetas que los canten.

Hace un tiempo Andrea Suarez Córica, compañera de Hijos, poeta y artista plástica hizo una muestra de objetos de desaparecidos. Una muestra de talismanes de la memoria, que expuso en la UNLP. Fue algo impresionante, porque los objetos de casa desaparecido/a dejan sus energías pegadas, y se convierte en una forma de hacer presentes a los fantasmas. La energía viva de los que no están queda pegada a las cosas.

Esto lo sabía muy bien Walter Benjamin, que hablaba del aura de los objetos poéticos, que es también lo que queda de la energía de los espectros de vidas que vieron su final de manera trágica. Un genocidio.

De allí que el poeta forense de la poesía haga hablar a esos talismanes. Y eso es lo que hace María Ester con Radioreloj, de alguna manera.

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