POEMAS INÉDITOS JULIÁN AXAT

ÚLTIMOS DÍAS EN EL SWIFT DE BERISSO

Esa mañana de 1977

Mi padre llega temprano al Frigorífico “Swift” de Berisso

antes me ha dejado en la guardería

Es día de matanza

y el aire está espeso / todo tiene olor a vísceras

los compañeros afilan cuchillas para el degüelle

y el rugido de las bestias se escucha desde la calle Nueva York

Salen Pescuezo /nalga / asado /ojo de bife / tasajo/ aguja /osobuco /roast beef/ vacío / lomo / filete /pecho / cuadril /brazuelo / solomillo / cadera /culata /tortuguita /espinazo / falda / tapa /tapilla / cuadrada /contra /paleta /bofe /corazón / lengua /esternón / riñones /seso / quijada /

Res es cosa / cosa es Rex

recita la mano del verdugo

que viola y no destaza

hasta que en el legajo figure la falta

(una cámara en frío)

y el fantasma de Echeverría

luce acostado en la parrilla

recitando su epopeya patria

y al final de la jornada

los obreros reciben 2 kg de yapa (para sus casas)

Volanteada en la puerta…

propaganda montonera…

/Perón vive/ en la carne/ en las vísceras/

Esa tarde de 1977

mi padre me busca de la guardería

Y los días  / serán exactamente iguales

hasta que el telegrama diga:

“despido por ausencia injustificada”

*

*

DIARIO DE UN XENOIDE COLECCIONISTA

De las formas

que hemos seleccionado

para este zoológico

hay una que hace chirridos

No se entiende la voz

o ha mutado

o nosotros

no entendimos la miseria

                        /del universo

que arroja cada vez más alimañas

cuya matemática inexpresiva

degrada la tecnología

Como el tiempo y el espacio obturados

por un sistema

que

         /apenas

podemos percibir

Seres

que buscan llegar a algún punto

y quedan suspendidos en el vacío

                                  /de ellos mismos

Y acá están chirriando

sin que podamos

                            /comprender

si son capaces de ver

                            /o tocar

a quienes

                     /los están mirando

*

*

COSMISMO

Despertar a todos los muertos

Despertar a los desaparecidos

A las ánimas a las que rezamos todas las noches

Los antepasados ahora reviven por genealogías

Y los padres de los padres de los padres

Pasan a implante en distintos planetas

Fantasmas que deambulan entre soles distantes

Y la inmortalidad no es el elixir de los espectros

Sino la condición de supervivencia

Que visitamos en nuestros viajes

Porque la muerte no existe

Y el aburrimiento sideral

Un nuevo existencialismo

En el que la vida y el tiempo

La forma de la banalidad

Y morir sería

El privilegio del inmortal

EL YORUGUA DISTÓPICO/ Martín Palacio Gamboa

Es sabido que el personaje de Funes el memorioso (Ficciones, 1942), cuento de Jorge Luis Borges transcurre del lado de la Banda Oriental. Como buen Zarathustra cimarrón y vernáculo, Funes era un compadrito de Fray Bentos, devenido tullido postrado, con la gracia (o la tragedia) de contemplar cada minuto de la eternidad.  Esta misma sensación tiene uno al leer El diario de Lunacharsky, del montevideano Martín Palacio Gamboa, cuyos personajes se mueven bajo similar metafísica. De hecho en los relatos hay diálogos, interrogaciones filosóficas sobre el tiempo que parecen alusiones directas (“…dadas las circunstancias, uno podría atreverse a decir que el tiempo, si es eterno, no tiene comienzo ni fin. Pero si es eternidad, también es la reintegración de todas las cosas en un tiempo presente.”, de Tanatonarrativas del fin del mundo).

Mi deplorable condición de argentino me condena a cierto lugar común argentino, la construcción del mito de la velocidad yorugua, el mundo pausado de movimientos y cosas. La contemplación del instante, boca arriba. Si esa fue –acaso–  la razón por la que Borges dejó postrado a Funes en una estancia de Fray Bentos, no lo sé; quizás la semejanza con los personajes de Palacio Gamboa vengan a cuento y no sea meramente fortuita (claro que esto es solo una ocurrencia mía). Aunque éstos lejos de estar postrados deambulan por Rocha, o varan en El Chuy, aquel punto de intersección y frontera en el que se borran los límites entre dos países hermanos, pero también se diluye tiempo y espacio, “donde se captan las leyes, pero se olvidan los reglamentos” (Discurso de una molécula).

Y en esto El Chuy se parece en algo a Santa Teresa (trasunto de Ciudad Juárez) del 2666 de Bolaño, asolado por seres extraños, cósmicos, que se mueven cual espectros por calles de frontera sin ley ni reglas: vampiros, innombrados, catedrales subterráneas, detectives noir de pulpería futurista; más bien distópicos al estilo Blade Runner. “… al fin y al cabo, es apenas un pueblo en el que el viento solo hace masticar arena y polvo y tropezar con cartones y nylon” (El Chuy es un pájaro de pecho amarillo o un sapo o incluso una tortuga pequeña; también un caballo no muy grande).

Como vemos, los títulos que compone Palacio Gamboa para los relatos son ingeniosos: hasta que la cuarentena nos separe, 82% de humedad, Hit, la bombilla misántropa, tres tristes psicóticos, Los dueños de la luna, etc. La brevedad ofrece una diversidad de tramas, que se conjugan con la sensación de agobio, desasosiego, absoluta soledad. Donde el humor parece la clave 

La literalidad del título hace pensar al desprevenido lector que se encontrará con un diario que revele los avatares del curso revolucionario de 1917.  Más allá del carácter futurista de algunos relatos, donde la tecnología funciona como elemento argumental; tenemos que no se infiere referencia –al menos explícita– al primer Comisario para la Educación y las Artes, Anatoli Vasílievich Lunacharski (1875-1933), quien permitió que se desarrollasen las vanguardias en el seno de aquella revolución, hasta la llegada de Stalin que las persiguió y hasta eliminó.

Así el Futurismo de Maiacovski (1893-1930) y el Cosmismo de Nikolái Fiódorov (1829-1903) y Konstantín Tsiolkovski (1857-1935), movimientos que, mientras pudo, promovió el Comisario cultural de la revolución, en la proyección de nuevas formas de vida (las futuras) que incluían el sueño de la inmortalidad, el viaje a otros mundos, la reconciliación de la técnica-ciencia con lo humano (¿acaso la mejor ciencia ficción Rusa no es deudora de estos tópicos?).

El nombre de Lunacharski sobrevuela como fantasma en la primera persona del singular, factor autobiográfico central, pero no contingente. En el nombre está el enigma, y en este caso el del constructor de una mística de lo Post humano, del Dios inmanente, el sentido espiritual del verdadero cambio revolucionario.

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Prueba de Galeras, editorial

Por último, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar a la editorial Prueba de Galeras,  a cargo de María Teresa Reca, Anna Pinotti, y María Marta Urrutia.  Un proyecto muy cuidado, en el ámbito de la ciudad de La Plata; que ya lleva editados trece libros, un catálogo de de distintas voces y trayectorias, y del qué he tenido el honor de participar.  

POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando  Sabido Sánchez #Poesía : MARTÍN PALACIO GAMBOA [3.639]

Martín Palacio Gamboa nació en Montevideo en 1977. Es cantautor, docente, traductor, ensayista, poeta y narrador, y en su obra hay una atención simultánea a las hablas populares y a la tradición experimental, lo coloquial y la política combativa. Publicó los libros de poemas Lecciones de antropofagia y Los infraterrestres.

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El diario de Lunacharski

Martín Palacio Gamboa

Año: 2021

Editorial: Prueba de Galeras

Para obtener el libro: https://www.facebook.com/PruebadeGalera/

Julián Axat, es escritor y abogado

EDAD DE PUNIBILIDAD Y DEUDA DE LA DEMOCRACIA

Nuevamente asistimos a la instalación de la discusión acerca de la edad de punibilidad a partir de un caso mediático de inseguridad en la provincia de Buenos Aires. En esta ocasión, contaría con la participación secundaria de una menor de edad: una niña de 15 años, embarazada, que parece más una víctima vulnerable –bajo los designios de su pareja– que otra cosa. En esa línea, la reacción del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, es afirmar que en la Argentina se puede votar, pero no ser punible a los 16, y que las excarcelaciones deberían limitarse cuando haya menores.

Ambas cuestiones son absolutamente erradas. Asombra el desconocimiento de la ley por parte del jefe de gobierno. Hoy en la Argentina se optativo votar desde los 16, pero también se es punible desde los 16 años. Ello basado –como veremos– en un sistema legal que proviene desde la dictadura y criminaliza a los pibes, a los que trata como objetos.

Por otro lado, a partir de las modificaciones de las leyes Blumberg (ley 25.767, artículo 41, quáter del Código Penal) en 2003, las penas se elevaron considerablemente en hechos con participación de un menor, por lo que las excarcelaciones no proceden por el tope excesivo que supone la pena en expectativa. Por lo que también aquí yerra el jefe de gobierno. Los jueces no excarcelan cuando hay menores de 18 como partícipes.

La ignorancia de estas cuestiones también supone desconocer la grave situación carcelaria originada en estas normativas. Claro que nada es ingenuo, y a diferencia de otras veces, el tema se evidencia forzado o implantado ante la necesidad de cargar la agenda pre-electoral. Un aprovechamiento de sectores mediáticos y políticos para posicionarse de cara a los comicios del domingo y ganar votos a última hora, pero no para discutir con seriedad un asunto que es una de las deudas de la democracia, que exigiría un escenario fuera de toda especulación y demagogia.

Para entender el alcance de dicho debate, es necesario comprender el funcionamiento normativo y jurisprudencial, y realizar algunas apreciaciones.

SEGUIR LEYENDO: https://www.elcohetealaluna.com/otra-vez-sopa-2/

SEMBLANZA DE RIPA ALBERDI (EL ESTUDIANTE INSURRECTO)

Hace bien poco, mi tío “Rolo” della Croce me obsequió los dos tomos encuadernados en piel del poeta Héctor Ripa Alberdi (Obras completas, Edición de Homenaje del Grupo de Estudiantes Renovación, La Plata, 1925). Y me dijo: Cuídalo, era de tu bisabuelo…

Sabido es que después del gran Almafuerte, fue Francisco López Merino (1904-1928), de quien hablamos en otra semblanza (https://www.elpaisdigital.com.ar/contenido/en-la-maana-busc-la-noche/29547), el primer poeta platense de trascendencia nacional.  A “Panchito” lo secundaban tres vates, todos menores de 30 años, todos jóvenes y fanáticos de la poesía simbolista y decadente. Me refiero a los ensoñados Pedro Mario Delheye, Alberto Mendióroz y Héctor Ripa Alberdi.

Sobre este último me referiré en esta oportunidad. Otro día me ocuparé del resto.

***

La metafísica de la juventud

Héctor Ripa Alberdi nació en Juárez, Provincia de Buenos Aires, el 26 de enero de 1897.  Y a los 12 años se vino a vivir a La Plata. Allí cursó internado en el Colegio Nacional donde fue alumno de un viejo profesor de literatura que influyó a toda su generación; me refiero -al también poeta- Rafael Alberto Arrieta.  Más tarde se recibió de bachiller y cursó estudios superiores en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNLP. Allí tuvo de profesor al poeta Arturo Marasso, quien ejerció en él gran influencia, al punto de conducirlo y alentarlo en su vocación por las letras y la filosofía.

Pedro Enríquez Ureña, será otra figura de enorme influencia en su vida, a quien conocerá en sus viajes por Latinoamérica llevando el mensaje de la reforma universitaria.

En mi caso, conocía a Ripa Alberdi por algún que otro poema leído en internet, o en trabajos como Historia de la literatura de La Plata (Pilía, 2001).  No conocía sus dos únicos libros: Soledad (1920), ni El reposo musical (1923). Ambos emparentados en algún punto al espíritu de Tono menor (1923), de López Merino; aunque en Ripa Alberdi adoptan un lugar elegíaco.

Como dice Cesar Cantoni en su blog (http://lospoetasnovanalcielo.blogspot.com/2014/04/hector-ripa-alberdi_14.html): “amó la soledad y el ocio contemplativo y sintió inocultable admiración por los poetas griegos y latinos de la antigüedad, cuya influencia se advierte en el singular clasicismo de su poesía.”

A ello debe agregarse un alma lírica que rompe con el solipsismo ensoñado de los otros vates y –ya en su segundo poemario- comienza a preocuparse por los problemas estéticos y políticos de su tiempo. Así lo acredita la prosa y sus discursos de la Edición Homenaje (tomo 1), recogidos y publicados en forma póstuma por sus amigos (discursos, églogas, manifiestos, etc), que dan cuenta del nivel de involucramiento del poeta con los procesos de reforma universitaria, que a nivel latinoamericano y europeo transitaba la juventud.

En efecto, en 1918, Ripa Alberdi se convirtió en un líder estudiantil y abanderado de la Reforma Universitaria Argentina. Como tal, presidió la delegación argentina al primer Congreso Internacional de Estudiantes celebrado en México en 1921, donde expresó su solidaridad con los pueblos de América y la causa emancipadora. “El estudiante insurrecto de 1918” –lo calificó por entonces el escritor cubano Pedro Enríquez Ureña– a quien iba a conocer en su viaje, y con quien va a mantener correspondencia hasta sus últimos días.

Dice E. Ureña en el prólogo del tomo de prosas a la obra completa. “Conocí a Héctor Ripa Alberdi en México, en septiembre de 1921, y fue para mí una revelación íntima de la Argentina… Se presentó en México hablando al público en el Anfiteatro de la Escuela Preparatoria…. Comenzó a hablar y a los pocos instantes advertíamos cuántos velos iba descorriendo. Si habíamos de juzgar por él, la juventud argentina había abandonado la jerga pedantesca que estuvo de moda veinte años atrás y se expresaba en español diáfano; había abandonado el positivismo e invocaba a Platón… Aprendí a conocer la inteligencia clara y fina de Héctor, su capacidad de estudiar y perfeccionarse, su carácter firme y discreto; y de nuestras platicas surgió el plan de escribir en colaboración una breve historia de la literatura en la América española…”.

Por estas palabras, queda claro que de los cuatro primeros poetas capitales, Ripa Alberdi será quién más se acerque a representar -con su voz- una suerte de “nosotros” generacional, que late al calor de su breve trayectoria épica y política, principalmente vinculada a su trayectoria como pionero-mensajero de los jóvenes de la reforma universitaria de la delegación argentina.

Un poeta declamador de discursos. Aquí E. Ureña se refiere al discurso de “Bienvenida” en el Congreso Internacional de estudiantes Universitarios:

Bienvenida (discurso de apertura)

Se me ha confiando la misión de deciros no sé qué cosas muy cordiales que vosotros no necesitabais por cierto que se os dijeran; palabras de ofertorio profano, algo así como si levantáramos el corazón para ponerlo en vuestras manos. Quieren los muchachos que os entregue nuestro afecto despojado de todo estrépito retórico, con la desnudez intacta de los sentimientos esenciales. Y ello es muy fácil cuando, como en la ocasión, se trata de México: no hay más que tocar la roca, esta blanca roca de nuestra vida, para que se repita el milagro del manantial. En el alma de la nueva generación argentina ha comenzado a dilatarse la simpatía hacia las naciones hermanas de Ibero-América…

Este fragmento del discurso de apertura de Ripa Alberdi, dejó impactado a muchos (a Marasso y a E. Ureña sobre todo, que sostendrán que lo mejor de su lirica está en sus discursos) y demuestra que su imaginario excede las fronteras de La Plata, incluso de la Argentina. El imaginario poético de Ripa es la patria grande que busca trazar un puente entre los jóvenes del continente y su potencia de transformación.

Los estudiantes universitarios y las vanguardias de la época, las que –como dice Walter Benjamin, otro reformista universitario en Berlín– son llevadas al hombro por la metafísica de una juventud que –tarde o temprano– encontrará terminará encontrándose con su propio declive en el surgimiento de la guerra y en el fascismo. Pero también en cierta traición generacional a sus ideales; aspecto este último que Ripa Alberdi advertirá en forma temprana, haciendo directa alusión en una composición fechada en 1922, un año antes de su muerte.

Se trata de un himno a la alegría de los adolescentes, a la exaltación pánica, que transformaba la ciudad de La Plata en un ambiente de frivolidad de sonoros cascabeles y de estrépitos insólitos:

La farsa estudiantil

Todo el año han reinado las máscaras severas

de las ciencias que buscan la luz en los abismos;

vieja danza de nombres, de oscuros silogismos

y de causas finales y de causas primeras.

Huraño el corazón ha sentido la vida

como un juego de sombras que ocultan el destino;

y ha avanzado en la ruda soledad del camino

sin saber que la muerte es la sombra que olvida.

Por violar el secreto de una armonía ignota

ha buscado el silencio de los libros profundos,

y en la voz de las cosas y el girar de los mundos

sólo ha visto la luz de una estrella remota.

Y al fin ha comprendido que es gran sabiduría

seguir la línea clara del propio pensamiento,

oír pasar la vida como quien oye un cuento

donde pasan volando seres de fantasía.

Hoy, por eso, se agita la juventud risueña

que abandona las aulas y sube hasta el tablado.

Ya bastante la han visto con el ceño nublado…

Hoy se canta y se ríe, hoy se bebe y se sueña (…)

*

Los 4 poetas capitales

Es quizás el trabajo de Alfredo Tarruella, 4 poetas platenses (en la ciudad de las diagonales los poetas siempre se cuantifican por series de números, recordemos los “5 poetas capitales”, de Ana Emilia Lahitte);uno de los pocos estudios serios publicados sobre la obra de cada uno de estos primeros poetas.

Para Tarruella la poesía de Ripa es absolutamente musical, “… cuyo ritmo ha estremecido de emoción de muchas generaciones de hombres y mujeres sensibles a la más delicada de las bellezas. Ese lirismo que defiende es el canto de amor más intenso de todos los tiempos. Imbuido de la cultura que da al conocimiento de la poesía, sentía una especial delectación por los liricos más refinados, por los místicos, por la filosofía espiritualista…”.

Es en el prólogo con el que el poeta da inicio a su segundo libro: El reposo musical, en donde aparece la confesión estética, la religiosidad del sentimiento que invade a las almas puras, colocándose más allá de las modas deleznables: “Por más que los artífices del verso nos hablen de nuevas maneras de expresión que correspondan a la nueva sensibilidad de los hombres, siempre lo que queda es la vida acendrada en el más delicado tono musical. Las nuevas voces no hacen más que romper la monotonía de las viejas voces. Nada descubren, vuelven a expresar lo que otros artistas expresaron de distinto modo”.

4 Poetas Platenses- Alfredo Tarruella - Ministerio De Educac | Mercado Libre

La obra de Alfredo Tarruela,

que estudia a la primer camada de poetas de La Plata

Respecto al escenario platense, también Ripa comparte con sus vates Merino y Delheye, el Spleen de las diagonales, sus plazas, arboledas, el bosque. Las imágenes poéticas crecen en la medida que la inspiración toma vuelo. Ese ascender por las regiones del sueño, hasta que los versos adquieren la honda densidad emocional.

Balada de las brumas y de los vientos

Esa tarde brumosa de invierno

eran tristes los ojos de mi amada:

pensativa tristeza que es la dulzura

de escuchar un lenguaje sin palabras

en los vagos murmullos que se pierden

o en la niebla fugaz de una esperanza.

Era fría y doliente aquella tarde,

eran tristes los ojos de mi amada;

el silencio dormía entre sus labios

como duerme en las rosas de la fragancia…

Despertóse su voz, y suavemente

deshojó la emoción de esta plegaria:

Dime amor, por qué llora el vieno?

Por qué veine a llorar a la ventana?

Por qué deja temblando a la tristeza

en el dulce soñar de nuestras almas?

Hace rato que oigo su gemido

por instantes parece que implorara (…)

*

Sor Juana Inés, muerte y ordenanza

Ya antes que Octavio Paz dedicara su estudio a Sor Juana Inés de la Cruz; Héctor Ripa Alberdi va a intentar cumplir aquel pacto con E. Ureña de llevar a cabo un breve estudio sobre la literatura continental, comenzando por aquella poeta.

Sor Juana es una figura que lo obsesiona, dado que en ella se cruzan los híbridos de las letras hispánicas y la lírica autóctona mexicana, una sensibilidad que cruza las fronteras y da paso a lo que –tarde o temprano– Rubén Darío va a llamar “modernismo”.

Pero este proyecto quedará inconcluso. Ripa Alberdi enferma gravemente, y muere de manera imprevista el 13 de octubre de 1923, con solo 26 años.

Al igual que el resto de los poetas de su generación cumplió con el destino trágico que le dio nombre a su estirpe: “Primavera Fúnebre” o “Primavera Trágica”. Por distintas circunstancias, todos ellos murieron antes de los 30 años de edad.

Poco y nada quedan de sus rastros. Los dos tomos incunables, alguna referencia en internet, y una plazoleta en la ciudad de La Plata. Está ubicada en la pequeña diagonal, la 112, frente al Instituto Médico Platense (1 y 51). En el centro hay una placa que lo recuerda de este modo:

“Al espíritu armonioso de Héctor Ripa Alberdi, Ordenanza N° 709 de 1939”.

Mi compromiso como poeta, es llevarle una flor de vez en cuando.

http://4.bp.blogspot.com/_3LQZELY6zew/SYhdjg-vkNI/AAAAAAAAB5Q/idmmk9Tu-5s/s1600/clip_image001.jpg

Placa en homenaje al poeta Héctor Ripa Alberdi

Diagonal 112

Julián Axat. Escritor y abogado

LA ESTATUA DEL COSMONAUTA ABANDONADO

LA ESTATUA DEL COSMONAUTA ABANDONADO

En el tiempo que aun viajan los sueños

la estatua del cosmonauta

ha sido colocada como espantapáparos

en la estepa

Allí donde los restos de

la Ciudad de las

Estrellas

valen más que el resto de un Gulag o acaso

toda la bra completa de Efremov

La estatua del cosmonauta es todavía

hermosa

aún repleta de estiercol

nadie podría dudar

que mira más allá del horizonte

Su estirpe erguida

nos interpela

pide a gritos

que la dejemos allí

mirando el infinito

el punto del infinito

que acaso nosotros

Somos incapaces de mirar

(Nov /2021)

EN CAMARA LUCIDA

Si empiezo a desconfiar de mi suerte - Literal Magazine

(Foto, Ramón con su papá Daniel, en Plaza Moreno)

Me he pasado más de la mitad de mi vida escribiendo en hojas sueltas, papelitos, cuadernos, libretitas, servilletas, formularios, cartas, agendas, mensajes, notas, discursos, ponencias, trabajos, exámenes, posteos, volantes, dedicatorias y correos postales o electrónicos. En cada uno de esos espacios nómades, mi escritura se fue dispersando en fragmentos, escritura perdida vaya a saber por qué razón (…)

Así comienza el libro de poemas de Ramón Inama (La Plata, 1971), Si empiezo a desconfiar de mi suerte estoy perdido, editado en 2020, en pdf, por Vuelo de Quimera Editoras, y este año en papel. Un trabajo sobre la memoria individual que es –a la vez– una arqueología sobre la memoria social. Búsqueda y ensamble de restos, fragmentos de lo astillado que posibiliten un relato poético posible; el recorrido de la identidad y de una vida que se puedan contar y ser legado.

Pues aquello que late en el fondo es una generación que ha intentado encontrarse, frente a sus padres que no están y sus hermanos o familiares que quedaron boyando después del terror, agarrados a esos fragmentos que quedaron como a una tabla de naufragio (o como dice Ramón: “remontaje del tiempo padecido como dice Didi-Huberman, es también para mí: legibilidad histórica, justicia poética”).

De todos los autores, quizás George Didi Huberman, Roland Barthes, Walter Benjamin, o Gilles Deleuze, quienes han venido como anillo al dedo para pensar la maquinaria conceptual del fenómeno de la desaparición y el montaje de las identidades fragmentadas causadas por el genocidio, en especial el cuadro que involucra a la imagen de la memoria y la forma de llevar a cabo el duelo y la reconstrucción.

En el campo académico de estudios sobre memoria, se viene pensando con estos juegos conceptuales hace tiempo, el problema es cómo utilizarlos bajo ciertas sutilezas que no parezcan forzados o reiterativos. En este sentido, Ramón es un hijo, cuya militancia reconocida en HIJOS La Plata, ha tenido que ver –también– con la investigación de las obras de otros hijxs como él. Además de estudiante avanzado de la carrera de letras, es columnista de arte del programa que la agrupación tiene hace años en radio Universidad. Por lo tanto es un baqueano en estas lides, no solo desde el plano conceptual, sino también desde la creación. ¿Cómo desmarcarse de tanta curiosidad por lo ajeno, ahora que voy a asumir el arte desde mi lugar? Esa sería la pregunta que, supongo, se hizo Ramón antes de escribir el libro.

Y en esto, Si empiezo a desconfiar… se reconoce en esa genealogía conceptual subyacente (que incluso por momentos es explícita) pero que se la apropia de un modo original, a partir de una ingeniosa teoría de la proyección, de la música, que confluyen en la palabra y en el artefacto en papel.

El resultado es el “álbum”, palabra que implica la composición visual de un “yo”, que por efecto del armado de recuerdos supone un rompecabezas personal, territorio para deslizarse desde el pasado al presente y al “álbum del futuro”. Es decir, donde todo empieza, el puente de la contratapa. La escritura de poesía (“la poesía es la continuidad de la infancia por otros medios”, dice María Negroni).

***

Teoría de la proyección

Diapositivas, Fotogramas y Fotografías son los compartimentos, la “tríada” que inventa Ramón para dar cuenta de los distintos modos de agenciamiento del deseo de la imagen de su álbum, de acuerdo a los dispositivos de soporte para el “imaginismo” (no hay palabras sin su imagen) que proyecten un “modo de mirar” distintos momentos de su vida. 

Y aquí, antes de llegar al Cine (el Cine de hijos es rico de una teoría de las imágenes de la memoria, pienso en A. Carri y en N. Prividera) aparecen los mecanismos anteriores, con sus particularidades técnicas; pues no es lo mismo el fotograma que la foto, ni la foto que la diapositiva proyectada contra una pared en la cámara oscura, mientras alguien cuenta una historia.

Los 60/70 han sido contados en diapositivas sin revelado, entregadas en la casa Kodak en una cajita ordenada con bastidores. Mientras algunas han sido “elegidas” como fotos a revelar, el resto ha seguido la suerte del proyector. Estos procedimientos de la imagen ya no existen y son anacronismo deliberado para volver a nuestros padres, y superponerlos al presente, donde todo es velocidad y la imagen nace de inmediato en un celular.

De todos modos, los fragmentos de la imagen que proviene del pasado, el residuo óptico, es lugar del deseo para leerlas y es lo que importa de ellas. Aquello que en un poema Ramón desliza en llamar como “punctum” del que habla Barthes; cada detalle singular o el objet trouvé (la cazadora, el repasador, un caramelo, la arruga, un bolsillo de un pantalón, etc.) donde se juega en forma lúcida la mirada detectivesca del HIJO/hijo, para hablar con sus fantasmas.

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Ramón Inama

Rock & poesía

Título ricotero, Si empiezo a desconfiar… también es una recopilación de citas y epígrafes de músicos de rock nacional, que intercambian mensajes con los poemas o le dan un tono para ser leídos: Solari, Beilinson, Charly, Cerati, Spinetta, Las Pelotas, etc. Todos ellos aparecen y desaparecen de manera caprichosa, como si los versos de Ramón necesitaran ese redoble rítmico/superposición para reforzar su sentido.  ¿Los necesita o son lapsus del libro, como islas de sentido, tonos, signos de autonomía? La cuestión es muy personal, y el autor apuesta a que la lectura produzca el mismo cambio de quien escribe.

El rock nacional ha sido un lugar para el abrevar de la poesía de gran parte de los que se escribió en la década del 90´, que –en cierto modo– desplazó la mistica militante sesentista. Aunque en el caso de Ramón Inama, hay un movimiento que acompasa aquello que Sergio Pujol (Rock y Dictadura, 2005) refiere como la salida de una época y el ingreso a otra; en dónde las poéticas del Rock se metieron de lleno y –no celebraron– sino pusieron en jaque los consensos neoliberales y los pactos espurios de la salida democrática.

Acaso HIJOS, que nació como agrupación en 1994/95 también apeló muchas veces a la misa ricotera y a la carnavalización musical del momento para pensar las formas del escrache y otras formas de impugnación; en eso Ramón es consecuente con su trayectoria hijística, más que con reproducir ciertos cánones poéticos de una época.  

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No hay libro, sino artefacto

Vuelo de quimera, es un proyecto editorial nuevo, original, que nació en la ciudad de La Plata, de la mano de la poeta y docente Eugenia Straccali; pero también involucra al artista Leonardo Massari, y el fotógrafo Gregorio Bjerring, entre otros. La colección, que ya lleva varios libros editados, trabaja a partir de una estética donde el libro se acerca a la dimensión relacional.

El libro de Ramón Inama es un claro ejemplo sobre el trabajo editorial a partir del concepto de pérdida/recuperación del aura, en una obra que lo que está buscando todo el tiempo es mostrar/ captar el instante del pasado como refulge de peligro. Así los tonos del papel, los sepias, los grises, los intercalados, las tipografías y el mosaico de las imágenes que intenta mostrar el desarrollo conceptual que Ramón pretende, no cumpliría su objetivo, si la objetivación de ese resultado no lo acompañara.

De allí que el libro en pdf de 2020, presentaba evidentes limitaciones para representar aquello que el libro en papel en 2021, ahora exhibe como logro de artefacto conceptual que excede la escritura de molde.

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Así escribe

Fotografía 1

Ensayo un poema de una foto con mi padre

un poema con una foto abollada mía con mi padre

dos tres mil poemas posibles con la misma foto que

existe sin experiencia

ensayo la escritura de un papel fotográfico arrugado

del arrebato de un niño que comprimió en su mano

el recuerdo de ese día que no recuerda

aunque no exista el recordar

ensayo el negativo no revelado de mi historia en un poema

intentando recuperar el tiempo que he olvidado

de esa tarde en manos de mi padre

imagen desenfocada

retrato de las cicatrices

metáfora de mi impotencia

marcadas en los surcos de cada arruga

de cada uno de nuestros cuerpos

no se escribe la muerte se escribe el olvido

como dice el poeta polaco

escribir un poema es un duelo

dentro de la palabra está la memoria del dolor memoria real

no hay duelo sin memoria

¿no se duela lo que no se recuerda?

no sé

no hay memoria del padre siendo padre

no hay memoria del hijo siendo HIJOS

solo un aura que alivia el desamparo colectivo

nada más que una foto olvidada en el bolsillo del pantalón,

aplastada

que regresa como el mapa de mi vida

señalando los cortes y las suturas

para llegar al lugar

en el que hoy me encuentro

***

Título: Si empiezo a desconfiar de mi suerte estoy perdido

Año: 2021

Editorial: Vuelo de quimera

El libro se consigue acá: https://vuelodequimera.com.ar/producto/si-empiezo-a-desconfiar-de-mi-suerte-estoy-perdido/

Julián Axat, es escritor y abogado

A SANGRE FRIA EN LA LOMA

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Corría 2011, la nota del diario publicada en todos los portales de la mañana titulaba: Degüellan a un nene de 11 años y apuñalan a su hermano de 12. Y remataba: El asesino será asistido por un defensor oficial. 

Una vez que fui notificado, me dirigí a la Comisaría, ingresando a la celda donde estaba JCR esposado. Se trataba un adolescente que recién había cumplido los 17 años. Por su gran contextura física –medía 1, 90 metros y su cuerpo robusto– parecía de 30 años; salvo por un detalle, su rostro aniñado exponía la edad que tenía.

Le expliqué quién era y porqué estaba ahí, y él rápidamente se puso a contar la historia del hecho al que referían todos los diarios. Pero me hablaba de un robo…

– No sé bien qué pasó– me dijo con bastante frialdad. – Fue todo demasiado rápido… pero entraron a robar y encontramos esa carnicería…

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